La belleza de lo antiguo

La belleza de lo antiguo
Manet, El tren

martes, 21 de septiembre de 2010

Noche de Avilés

Hola, amigos:


Sé que es demasiado pronto para que los que estáis en el limbo de internet lleguéis a mí. No olvidéis, sin embargo, que deseo que enredéis entre mis páginas, y os déis un paseíto.
Ayer vi el mar, está tan hermoso este Cantábrico. Su calma es la que precede a la borrasca del invierno. Mi ciudad, llena de ajetreo, parece en el céntrico una antigua plaza pública griega. Miles de caras, algunas conocidas, transitamos por esta vieja ciudad de 2ooo años. Pienso insistentemente en los que lo hicieron antes, con sus trajes antiguos, en los comercios de antaño. Como véis, mi alma es melancólica esta noche.

Os dejo esta poesía-sueño:




Bajo el lago


El infante gris duerme bajo el lago.


¡Qué palmeras!, ¡qué mares

yacen bajo el lago!.


El infante lleva un collar de flores.


¡Qué misterios!, ¡qué laberintos

yacen bajo el lago!.


El infante mira con ojos de vidrio.


¡Qué mansión de piedra oscura

yace bajo el lago!



El infante ya hace mucho

que dejó de ser niño.

Y de su cabeza ha surgido

una alfombra de pelo tibio.

Su dolor es arpón certero,

mueve ramas con las manos,

pero toda furia es inservible:

su hogar para siempre duerme

bajo el lago.


El infante gris duerme bajo el lago.


¡Qué palmeras!, ¡qué mares

yacen bajo el lago!.


El infante lleva un collar de flores.


¡Qué misterios!, ¡qué laberintos

yacen bajo el lago!.


El infante mira con ojos de vidrio.


¡Qué mansión de piedra oscura

yace bajo el lago!



El infante ya hace mucho

que dejó de ser niño.

Y de su cabeza ha surgido

una alfombra de pelo tibio.

Su dolor es arpón certero,

mueve ramas con las manos,

pero toda furia es inservible:

su hogar para siempre duerme

bajo el lago.

Noche de Avilés

Hola, amigos:


Sé que es demasiado pronto para que los que estáis en el limbo de internet lleguéis a mí. No olvidéis, sin embargo, que deseo que enredéis entre mis páginas, y os déis un paseíto.
Ayer vi el mar, está tan hermoso este Cantábrico. Su calma es la que precede a la borrasca del invierno. Mi ciudad, llena de ajetreo, parece en el céntrico una antigua plaza pública griega. Miles de caras, algunas conocidas, transitamos por esta vieja ciudad de 2ooo años. Pienso insistentemente en los que lo hicieron antes, con sus trajes antiguos, en los comercios de antaño. Como véis, mi alma es melancólica esta noche.

Os dejo esta poesía-sueño:




Bajo el lago


El infante gris duerme bajo el lago.


¡Qué palmeras!, ¡qué mares

yacen bajo el lago!.


El infante lleva un collar de flores.


¡Qué misterios!, ¡qué laberintos

yacen bajo el lago!.


El infante mira con ojos de vidrio.


¡Qué mansión de piedra oscura

yace bajo el lago!



El infante ya hace mucho

que dejó de ser niño.

Y de su cabeza ha surgido

una alfombra de pelo tibio.

Su dolor es arpón certero,

mueve ramas con las manos,

pero toda furia es inservible:

su hogar para siempre duerme

bajo el lago.


El infante gris duerme bajo el lago.


¡Qué palmeras!, ¡qué mares

yacen bajo el lago!.


El infante lleva un collar de flores.


¡Qué misterios!, ¡qué laberintos

yacen bajo el lago!.


El infante mira con ojos de vidrio.


¡Qué mansión de piedra oscura

yace bajo el lago!



El infante ya hace mucho

que dejó de ser niño.

Y de su cabeza ha surgido

una alfombra de pelo tibio.

Su dolor es arpón certero,

mueve ramas con las manos,

pero toda furia es inservible:

su hogar para siempre duerme

bajo el lago.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Un sábado cualquiera

Y bien, aquí estoy, amigos, en este sábado cualquiera, intentando recordar cuántos días vivimos sin darnos cuenta. Casi todos. Cómo es posible que el único material imprescindible para nosotros, nuestra vida, se nos escape de las manos de esta manera. Pero así somos, seres débiles, nuestro sino es tan cierto, que tal vez esto de escribiros es sólo una forma de recordarme que estoy viviendo. De apresar la vida, aunque a veces pienso que lo más interesante no es vivir, sino escribirlo todo después.
Pensamientos de una noche de sábado, tal vez influidos por la melancolía del próximo otoño.


Aquí os dejo mi poema.



Qué hacer

Qué hacer con este vientre desnudo,

con este ajetreo que veo,

postal de una lágrima en el cristal,

envenenado recuerdo

de los amigos que perdí hace tanto tiempo.



Qué hacer en el baile de máscaras,

qué tal, todo bien, gracias,

aquí paseando, mirando una tienda,

cuando ni siquiera ya importa

garabatear el último gesto.



Qué hacer con la furia del tiempo,

asesina de múltiples brazos,

segadora hostil de versos,

con mi estancia vacía

y el sol resquebrajando mi sexo.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

El verano que se va

Sí, el verano se va, pero no siento nostalgia. Tal vez porque el otoño ya es época de recogimiento, propiciadora de esa introspección que es para mí la poesía. Se necesitan varios minutos para aprehender una canción que suena y suena en mi mente. Después, otro pequeño rato para escribirla, aunque no se le ponga música. Amigos poetas de Asturias, deseo conoceros, tomar el pulso poético de mi querida tierra. Aquí os dejo hoy un pedazo de mi corazón:



Sólo recuerdos


Galápagos de ausencia
me espían en la bruma.

Desde mi torreón estático
escucho tu voz o lágrima.

El cielo recóndito sabe
que un día morí frente a su lecho.

Esta vida, zumo de naranja amarga,
hermética luna del destierro,
que al mirar me siembra
ceniceros de nostalgia.

Esta vida, extraña llaga,
clavada en tristes azulejos,
donde la familia comía junta.
Hoy, sólo recuerdos.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Avilés desierto

El verano se va con su chispeante alegría, aquí estoy en este Avilés de noche, un lunes donde la noche borra a sus habitantes de las calles, me pregunto cuántos de vosotros seréis felices y cuántos no. La vida es corta, demasiado corta, cómo valorar un día si hay tantos iguales, pero al fin algún día se acabarán. Hoy he visitado la nueva terraza Ewan de Salinas, una terraza elevada frente al mar. Es increíble como el mar te relaja, como su sonido es un mantra natural y el ir y venir de las olas que rompen un tranquilizante visual. En fin, el mar me ha inspirado, y esta noche os ofrezco una poesía que he sentido como una canción.


Como la planta

Como la planta solitaria en el alféizar,
me veo así, aceptando mi destino,
en este patio lleno de luces,
en este patio de ambición,
donde cuelgan ropas de miseria
y llora triste un acordeón.
De la duda emerge mi sombrero:
adónde nos conduce el subterráneo,
para qué mueren al fin las amapolas
en el encaje de los sueños.


El crepúsculo canta rodeado de aves,
el sufrimiento es un pájaro al fin,
y el porvenir un pañuelo desechable
que arroja el dandy,
devorador de besos.


Vosotros me convocáis a este campo sin ortigas,
me reclamáis desde el mar, cerezo solo,
me despojáis de mi sosiego.


Algo al fin se me va ocurriendo:
que en este pueblo venido a menos,
en esta sociedad de jaulas vacías
soy vuestra compañera gimiendo,
y con estas zapatillas de esparto
ya no podré llegar muy lejos.


Buenas noches, amigos, que descanséis.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Domingo frío

Hola amigos, me ha reconfortado mucho ver que hay personas que me han visitado, me hace sentirme un poco menos sola. Aquí en Avilés, parece que se quiere ir el verano, llega el tiempo de recogerse, de meditar, la dicha de vivir otro verano más.
¿Qué es mejor, os pregunto, pensar o vivir? ¿Es este pensar, este escribir, un deseo de permanecer? Pequeña lucha inútil.

Queda aquí la rememoración de Fernando Pessoa:


"Tener un puro caro y los ojos cerrados es ser rico.
Como quien visita un lugar donde ha pasado la juventud, consigo, con un cigarro barato, regresar entero al lugar de mi vida en que mi costumbre era fumarlos. Y a través del sabor leve del humo todo lo pasado me revive"


Hoy he recordado los años pasados, este poema es mi reflexión de hoy, que os ofrezco:


Lo que pasó


Partir siempre es la esencia de la vida,
paredes que rezuman nuestros recuerdos,
la estampa de la ciudad en llamas,
abrasado también el manicomio interior.
Un camión de basuras
recoge la muñeca extraviada,
el hombre la guarda con cariño,
siempre hay alguien que ama
lo que tiramos,
siempre hay alguien que apura
nuestro último trago,
salvo lo que pasó:


Yo bailaba salvaje en la oscuridad,
llevaba en las manos un racimo amargo,
y en el alma tan sólo
un chicle pisado.

Tanto ruido para tanto silencio,
tantas palabras
para una tierra sin dueño,
tantas canciones
para apagar el dolor.

Es hoy un museo vacío
el tiempo de mi juventud.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Un sábado melancólico

Buenas noches, amigos:


Me siento aquí perdida en la soledad de la web, como si fuera el espacio y mi blog una máquina perdida en él. Esta soledad es también productiva, aunque desearía que alguien se pasara por estas páginas. Sé por otra parte que es muy pronto, y también sé que es difícil darse a conocer. En el fondo late la necesidad de decir, eh, soy otro ser humano, otro ser humano como tú, con fecha de caducidad, quiero invitaros a este retazo de mi vida.
Desde mi ventana se ven las chimeneas de la antigua Ensidesa, la fabricona que nos dio a todos de comer, como un vestigio de otros tiempos. Avilés ha seguido con su vida de siempre, aunque la marcha de jóvenes sigue imparable. Son los nuevos emigrantes.
He leído una poesía de Rubén Darío, una de las que más me gusta, sobre lo efímero de la vida. El, que se preguntaba por el sentido de todo, también ha desaparecido. Da qué pensar. Una no quiere irse de aquí sin emitir su pequeño resplandor. Vanidad de vanidades.


Aquí va la joya del gran poeta Rubén Darío:




Lo fatal


Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...

Rubén Darío

Os dejo también una poesía que he escrito hoy.



Gran Vïa


Los anuncios luminosos
ciegan con su resplandor,
pasa el tráfico en nube
como venas de humo, látigos
que confunden al espectador.


Dos hombres se pelean en la calle.
No hay piedad para los pájaros,
tan sólo un resto de hamburguesa
que alguién tiró.


Los móviles suenan condenados
en busca de redentor,
el periódico viejo yace olvidado,
a punto de su último estertor.


Se oyen las risas de un matrimonio,
el llanto del niño que no puede jugar al balón,
el crujir de las bolsas de la gran superficie
donde buscamos un poco de amor.


Una mujer inmigrante apura el paso,
con la cabeza cubierta,
y mira triste a su alrededor:
esto no, esto no era lo que soñó.


viernes, 10 de septiembre de 2010

Saludos a todos en mi primer día de blog

Hola, amigos:

Tengo gana de escribiros, ganas de expresarme, de romper mi silencio.
Vuelvo a mi tierra asturiana, después de muchos años en Madrid, y es ésta, mi pequeña ciudad, Avilés, la que me inspira a compartir con vosotros mis poesías, las cosas que leo, unos retazos pequeños de esta pequeña vida perdida en la web.
La tarde en Avilés es nubosa, después de un verano exageradamente cálido para estos lares. Desde mi ventana contemplo toda la ciudad, y los montes que la circundan. Existe un monte a mi derecha que es puro misterio, un misterio verde sin vegetación, el Gorfolí.
Mis 42 años han pasado en un suspiro, el tiempo que me quede quiero ser consciente. Apresar cada día, estrujar cada día, pues no sabemos cuántos quedan. Este es ya un pensamiento provocado por la edad. También quiero animaros a compartir en este blog vuestras poesías, para leeros también. La red es una gran sociedad, y en ella quiero crear un pequeño sitio de reunión, sin pretensiones, sólo un débil hilo de voz...

Estáis todos invitados a compartir esta página, la de una poeta que desde Asturias os da felicita por estar vivos como yo en este 10 de septiembre de 2010.

Hoy quiero compartir con vosotros una poesía mía.




Desde mi ventana

Me asomo a una ventana sin flores,
me llevo el dedo a los labios para suplicar silencio,
pues todo es ruido infernal mientras vamos viviendo.
Quiero quedarme en esta ventana,
vestida como una azucena,
varada como un barco,
con una sonrisa a lo mona lisa,
desertando de tanto ajetreo.


No me interesa
aprender a usar estas rápidas redes,
no me interesa inyectarme
belleza en esta carne de Dios,
ni eliminar las estrías que se me ven
cuando se va adentrando en mi alma.


He partido todos los lápices de colores,
y mi cabeza se nubla igual que mi vista,
con esa miopía genética
del animal que busca una dirección clara
para empezar la huida,
y se queda simplemente atorado,
confundido en la imagen ventana
de una mujer más bien ramas,
para abrazar al hijo abandonado,
al hombre sin lágrimas.


En la ventana ya no se ve nada,
tan sólo una niebla
demasiado blanca.



Os dejo también una poesía de Luis Rosales, una reflexión breve que me ha emocionado especialmente.



Autobiografía

Como el náufrago metódico que contase las olas que le
bastan para morir,
y las contase, y las volviese a contar, para evitar errores,
hasta la última,
hasta aquella que tiene la estatura de un niño, y le besa
y le cubre la frente,
así he vivido yo con una vaga prudencia de caballo de
cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.

Luis Rosales