La belleza de lo antiguo

La belleza de lo antiguo
Manet, El tren

viernes, 10 de septiembre de 2010

Saludos a todos en mi primer día de blog

Hola, amigos:

Tengo gana de escribiros, ganas de expresarme, de romper mi silencio.
Vuelvo a mi tierra asturiana, después de muchos años en Madrid, y es ésta, mi pequeña ciudad, Avilés, la que me inspira a compartir con vosotros mis poesías, las cosas que leo, unos retazos pequeños de esta pequeña vida perdida en la web.
La tarde en Avilés es nubosa, después de un verano exageradamente cálido para estos lares. Desde mi ventana contemplo toda la ciudad, y los montes que la circundan. Existe un monte a mi derecha que es puro misterio, un misterio verde sin vegetación, el Gorfolí.
Mis 42 años han pasado en un suspiro, el tiempo que me quede quiero ser consciente. Apresar cada día, estrujar cada día, pues no sabemos cuántos quedan. Este es ya un pensamiento provocado por la edad. También quiero animaros a compartir en este blog vuestras poesías, para leeros también. La red es una gran sociedad, y en ella quiero crear un pequeño sitio de reunión, sin pretensiones, sólo un débil hilo de voz...

Estáis todos invitados a compartir esta página, la de una poeta que desde Asturias os da felicita por estar vivos como yo en este 10 de septiembre de 2010.

Hoy quiero compartir con vosotros una poesía mía.




Desde mi ventana

Me asomo a una ventana sin flores,
me llevo el dedo a los labios para suplicar silencio,
pues todo es ruido infernal mientras vamos viviendo.
Quiero quedarme en esta ventana,
vestida como una azucena,
varada como un barco,
con una sonrisa a lo mona lisa,
desertando de tanto ajetreo.


No me interesa
aprender a usar estas rápidas redes,
no me interesa inyectarme
belleza en esta carne de Dios,
ni eliminar las estrías que se me ven
cuando se va adentrando en mi alma.


He partido todos los lápices de colores,
y mi cabeza se nubla igual que mi vista,
con esa miopía genética
del animal que busca una dirección clara
para empezar la huida,
y se queda simplemente atorado,
confundido en la imagen ventana
de una mujer más bien ramas,
para abrazar al hijo abandonado,
al hombre sin lágrimas.


En la ventana ya no se ve nada,
tan sólo una niebla
demasiado blanca.



Os dejo también una poesía de Luis Rosales, una reflexión breve que me ha emocionado especialmente.



Autobiografía

Como el náufrago metódico que contase las olas que le
bastan para morir,
y las contase, y las volviese a contar, para evitar errores,
hasta la última,
hasta aquella que tiene la estatura de un niño, y le besa
y le cubre la frente,
así he vivido yo con una vaga prudencia de caballo de
cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.

Luis Rosales

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