La belleza de lo antiguo

La belleza de lo antiguo
Manet, El tren

sábado, 11 de septiembre de 2010

Un sábado melancólico

Buenas noches, amigos:


Me siento aquí perdida en la soledad de la web, como si fuera el espacio y mi blog una máquina perdida en él. Esta soledad es también productiva, aunque desearía que alguien se pasara por estas páginas. Sé por otra parte que es muy pronto, y también sé que es difícil darse a conocer. En el fondo late la necesidad de decir, eh, soy otro ser humano, otro ser humano como tú, con fecha de caducidad, quiero invitaros a este retazo de mi vida.
Desde mi ventana se ven las chimeneas de la antigua Ensidesa, la fabricona que nos dio a todos de comer, como un vestigio de otros tiempos. Avilés ha seguido con su vida de siempre, aunque la marcha de jóvenes sigue imparable. Son los nuevos emigrantes.
He leído una poesía de Rubén Darío, una de las que más me gusta, sobre lo efímero de la vida. El, que se preguntaba por el sentido de todo, también ha desaparecido. Da qué pensar. Una no quiere irse de aquí sin emitir su pequeño resplandor. Vanidad de vanidades.


Aquí va la joya del gran poeta Rubén Darío:




Lo fatal


Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...

Rubén Darío

Os dejo también una poesía que he escrito hoy.



Gran Vïa


Los anuncios luminosos
ciegan con su resplandor,
pasa el tráfico en nube
como venas de humo, látigos
que confunden al espectador.


Dos hombres se pelean en la calle.
No hay piedad para los pájaros,
tan sólo un resto de hamburguesa
que alguién tiró.


Los móviles suenan condenados
en busca de redentor,
el periódico viejo yace olvidado,
a punto de su último estertor.


Se oyen las risas de un matrimonio,
el llanto del niño que no puede jugar al balón,
el crujir de las bolsas de la gran superficie
donde buscamos un poco de amor.


Una mujer inmigrante apura el paso,
con la cabeza cubierta,
y mira triste a su alrededor:
esto no, esto no era lo que soñó.


3 comentarios:

  1. Tu blog tiene una pinta estupenda amiga, seguiré pasándome para disfrutar de la poesía, fuente que nos alimenta siempre.

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  2. Carmen, eres mi primera visita y mi primer comentario, muchas gracias por alentarme. Un abrazo

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  3. María Isabel, me es grato haberme paseado por este luminoso cielo hecho poesía, sobre todo me encantó ver el poema que tanto me gustó de tí leer, GRAN VIA,
    espero seguir disfrutando de tus versos y tu presencia.
    besos
    viby

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